Muchos emprendedores se anulan a la sombra del anonimato, sin sacar a la luz ideas y proyectos geniales que el mundo está necesitando, dejando sus sueños en el armario por miedo a lo que conocidos y extraños pueden llegar a pensar o a decir. Otros sacan sus productos de forma tímida, pasiva y tradicional, buscando desesperadamente aprobación y reafirmación en lo que los demás opinen; si es bueno o no, si funcionará o no, ignorando que ya no es necesario pedir permiso, que el mundo está más abierto que nunca, y que tienen en sus manos oportunidades que antes eran inalcanzables, para que quien realmente se interese en sus ideas, simplemente vaya hacia ellos, y quien no, tranquilamente siga su camino.
Piensa por un momento en cómo serìa tu vida si aprendieras a controlar esos miedos que te impiden atreverte, a ser y hacer aquello que quieres, que te apasiona, aquello que te haría avanzar para crecer y ser feliz. Piensa cuántas cosas maravillosas has dejado de hacer por no saber cómo vencer el miedo.
Cuántas veces al acercarnos a empresarios con el ánimo de concientizarlos sobre la importancia del community manager, hemos obtenido respuestas como: “Mi primo que entiende de esas cosas de internet está encargado de eso” o “Tengo un diseñador gráfico muy bueno que me va a hacer ese trabajo”.
Si cada vez más personas en el mundo habitan en Internet y sus diferentes canales digitales, no cabe la menor duda de que allí es donde las marcas por pequeñas que sean deben tener verdadera presencia. No darse cuenta de esto significa jugarse no solo la comunicación y la relación con la audiencia, sino también la identidad digital, las ventas y el futuro mismo de la marca.
En un mercado como el actual, donde la competencia es agresiva, la oferta aumenta y la capacidad de compra disminuye, cada vez los clientes son más valiosos, escasos y reclaman mayor atención.
El cliente ahora tiene más poder que nunca y la relación con él cada vez es más frágil e incierta, sin embargo muchas empresas siguen alejadas de la realidad, sin entender el verdadero alcance y la importancia de un servicio al cliente de calidad, y actúan como si fueran la única opción y el mercado no estuviera saturado de ofertas.
Finalizando los años 90 y comenzando el 2000, las empresas .com prometían enorme crecimiento para aquellos que invirtieran en un sitio Web, por lo que su especulación fue bastante alta y fueron sobrevaloradas en la bolsa. El mundo tenía certeza de que al hacer simple presencia en la red las ventas iban a llover. Más tarde entre 2000 y 2002 la bolsa tecnológica Nasdaq de Nueva York perdía un 70% de su valor.
Han pasado casi 20 años, Internet ha madurado bastante, el mundo está conectado, y la brecha digital es cada vez menor, surgieron los canales sociales que garantizan participación e interacción a casi todos por igual, la conectividad y los anchos de banda han mejorado de forma tan considerable, que formatos como el audio y el video en alta definición ahora se transmiten con total fluidez.